Un fondo de pensiones es una institución financiera que tiene como objetivo recibir aportaciones periódicas de los trabajadores y, a partir de estos ahorros, generar una renta que permita complementar la pensión que otorga el Estado. En España, el fondo de pensiones se rige por la Ley 35/2006, de 28 de noviembre, de regulación del mercado de valores.
Los fondos de pensiones pueden ser de dos tipos: de capitalización individual o de capitalización colectiva. En el primer caso, cada trabajador tiene una cuenta individual en la que se van acumulando las aportaciones y los rendimientos generados por el fondo, y en el segundo, las aportaciones y los beneficios se reparten entre todos los afiliados.
Para afiliarse a un fondo de pensiones, los trabajadores deben estar dado de alta en la Seguridad Social y contratar una póliza de seguros de vida con la entidad de capitalización. A partir de ese momento, los afiliados al fondo de pensiones aportarán una parte de su salario mensual a la cuenta que se abre a su nombre.
Las aportaciones que hacen los afiliados al fondo de pensiones son fiscales, lo que quiere decir que se les deduce del IRPF. Asimismo, las rentas que se generan con el fondo de pensiones también son fiscales, de modo que cuando el afiliado alcanza la edad de jubilación y cobra la pensión, esta estará exenta de Impuesto de Sucesiones y Donaciones.
La cantidad que cobrará el afiliado al fondo de pensiones dependerá de dos factores: la cantidad de aportaciones que haya hecho a lo largo de su vida laboral y el tipo de fondo en el que esté invertido el dinero.
Los fondos de pensiones pueden invertir el dinero de los afiliados en renta fija (bonos del Estado, deuda pública, etc.) o en renta variable (acciones, fondos de inversión, etc.). En general, cuanto más arriesgado sea el fondo, mayores serán los beneficios a largo plazo, pero también existe el riesgo de que las rentas sean negativas en algunos años.