¿Cuándo llevar a un niño al otorrino?

Los padres a menudo se preguntan si deben llevar a sus hijos a ver al otorrino. La respuesta a esta pregunta depende de la edad del niño y de los síntomas que presente. A continuación se presentan algunos consejos para ayudar a los padres a tomar una decisión.

Edad

Los bebés y los niños pequeños deben ser llevados al otorrino si presentan cualquiera de los siguientes síntomas:

  • Fiebre alta y/o vómitos durante más de 24 horas.
  • Sangrado detrás de la oreja.
  • Dolor intenso detrás de la oreja.
  • Secreción purulenta detrás de la oreja.
  • Pérdida de audición.
  • Estridor (respiración entrecortada o dificultad para respirar).
  • Problemas para tragar.
  • Dolor de garganta que no mejora con medicamentos.
  • Ronquidos fuertes o apneas del sueño (respiración entrecortada o dificultad para respirar durante el sueño).

Los niños mayores deben ser llevados al otorrino si presentan cualquiera de los siguientes síntomas:

  • Fiebre alta y/o vómitos durante más de 24 horas.
  • Síntomas de alergia (picazón, ojos llorosos, estornudos, etc.) que no mejoran con medicamentos.
  • Dolor de garganta que no mejora con medicamentos.
  • Dolor de oído que no mejora con medicamentos.
  • Secreción purulenta detrás de la oreja.
  • Pérdida de audición.
  • Estridor (respiración entrecortada o dificultad para respirar).
  • Problemas para tragar.
  • Ronquidos fuertes o apneas del sueño (respiración entrecortada o dificultad para respirar durante el sueño).

Síntomas

Los padres deben llevar a sus hijos al otorrino si presentan cualquiera de los siguientes síntomas:

  • Fiebre alta y/o vómitos durante más de 24 horas.
  • Síntomas de alergia (picazón, ojos llorosos, estornudos, etc.) que no mejoran con medicamentos.
  • Dolor de garganta que no mejora con medicamentos.
  • Dolor de oído que no mejora con medicamentos.
  • Secreción purulenta detrás de la oreja.
  • Pérdida de audición.
  • Estridor (respiración entrecortada o dificultad para respirar).
  • Problemas para tragar.
  • Ronquidos fuertes o apneas del sueño (respiración entrecortada o dificultad para respirar durante el sueño).

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