Los seguros son una forma de protección económica que nos permite estar preparados para afrontar imprevistos. Al contratar un seguro, estamos contratando una protección para nuestro bienestar y el de nuestra familia. Pero, ¿sabemos realmente qué es un seguro y cómo funciona?
Un seguro es un contrato por el que una persona (asegurada) se compromete a pagar una prima a otra (aseguradora), a cambio de que ésta le cubra un riesgo específico. En otras palabras, la aseguradora se compromete a resarcir al asegurado en caso de que sufra un daño o una pérdida, siempre y cuando dicho daño o pérdida estén cubiertos por el seguro contratado. Así, el seguro nos protege frente a una eventualidad incierta e incontrolable.
Si algo nos sucediera y no tuviéramos seguro, seríamos nosotros mismos los que tendríamos que hacer frente a los gastos que supondría la reparación del daño o la sustitución de la pérdida. En cambio, si tenemos un seguro, será la aseguradora la que se haga cargo de los gastos, siempre y cuando el daño o la pérdida estén cubiertos por el seguro contratado.
Al contratar un seguro, lo que estamos haciendo es transferir el riesgo a la aseguradora. De esta forma, si algo nos sucede, no será nuestra responsabilidad hacer frente a los gastos, sino la de la aseguradora. Todo esto nos permite estar preparados para afrontar imprevistos, ya que sabemos que, en caso de que suceda algo, la aseguradora se hará cargo de los gastos.
La persona que contrata un seguro se denomina tomador. El tomador es la persona física o jurídica que contrata el seguro y a cuyo favor se celebra el contrato. El tomador es el que se compromete a pagar la prima y, por tanto, es el beneficiario del seguro. En el caso de los seguros de vida, el tomador y el beneficiario pueden ser la misma persona.
En el caso de los seguros de daños, el tomador del seguro suele ser la persona física o jurídica a cuyo favor se celebra el contrato, mientras que el beneficiario será la persona física o jurídica que reciba el importe del seguro en caso de siniestro.
Por lo tanto, el tomador del seguro es la persona que está interesada en contratar un seguro para protegerse frente a un riesgo específico. El tomador es el que se compromete a pagar la prima y, por tanto, es el beneficiario del seguro. En el caso de los seguros de vida, el tomador y el beneficiario pueden ser la misma persona.
Una póliza de seguro es un contrato entre el asegurador y el asegurado. En este contrato, el asegurador se compromete a cubrir los daños o pérdidas que el asegurado pueda sufrir en el futuro, a cambio de un pago (la prima).
El asegurado es la persona física o jurídica que contrata el seguro y a quien se le cubren los daños o pérdidas. El tomador es la persona física o jurídica que contrata el seguro en nombre del asegurado.
En algunos casos, el tomador y el asegurado pueden ser la misma persona. Por ejemplo, cuando una persona contrata un seguro de vida para sí misma, ella es el tomador y el asegurado.
En otros casos, el tomador y el asegurado pueden ser diferentes personas. Por ejemplo, cuando una persona contrata un seguro de vida para su cónyuge, ella es el tomador y su cónyuge es el asegurado.
En el caso de un seguro de vida, el beneficiario es la persona que recibirá el pago del seguro en el caso de que el asegurado fallezca. El beneficiario puede ser el tomador, el asegurado o una tercera persona.
Los beneficiarios de una póliza de seguro son aquellas personas que tienen derecho a recibir los pagos que se deriven de ella. En la mayoría de los casos, el asegurado es el propio beneficiario, ya que es a él a quien se le protege frente a eventualidades. No obstante, en algunos productos el beneficiario puede ser una persona distinta al asegurado.
Por ejemplo, en una póliza de vida el beneficiario será la persona que reciba el capital asegurado en caso de fallecimiento del asegurado. En una hipoteca, el beneficiario será el banco que prestó el dinero para la adquisición de la vivienda.
En cualquier caso, el beneficiario de una póliza de seguros es aquella persona que tendrá derecho a percibir los pagos que correspondan en virtud de ella. En la mayoría de los casos, el beneficiario será el mismo asegurado, aunque no siempre es así.